En el servicio público, pese a los tropiezos, hablan los resultados
En los caminos del servicio público y la política podemos encontrar muchos tropiezos, piedritas, pedra- das y un sinfín de obstáculos, que a menudo nos hacen reflexionar si vale la pena seguir participando en política, ocupar cargos en que debemos tomar conciencia que estaremos en el puesto para servir a los estudiantes, en el caso universitario, o al ciudadano, en cualquier otro ambiente.
En mi caso, hice esta reflexión hace ya casi 9 meses, cuando fui secretario de Finanzas del Directorio de Estudiantes de la Universidad Nacional (Deuna), por espacio de un año. Fue un año duro (2006-2007), cursaba el último año del bachillerato en Economía y estaba aprendiendo las responsabilidades del cargo que ocupaba. Aprendí rápido, gracias al antiguo secretario de Finanzas y al presidente de entonces, a quienes considero grandes personas y amigos.
Valor agregado. Después de aprender las labores propias del cargo, tuve la suerte de dar valor añadido a la Secretaría de la Federación de Estudiantes de la Universidad Nacional (Feuna): la generación, impulso y coordinación de proyectos dirigidos al beneficio del colectivo universitario y comunitario. En este puesto se conoce dónde están los recursos y cómo usarlos; entonces, ¿por qué no generar proyectos desde la Secretaría e involucrar a otros estudiantes?
Por esta lógica, surgieron proyectos, dentro de los que puedo citar la formulación de “Ayudas en insumos” (dar cuadernos, bonos de copias; es decir, una ayuda a estudiantes que lo necesitasen); se elaboró una propuesta para aumentar, en 1 año, en 40% las ayudas por tiquetes alimentarios que se otorgan a estudiantes pobres, y –el más querido personalmente– “Ayudando a renovar nuestras bibliotecas”, que consistía en hacer partícipes a las asociaciones estudiantiles para donar libros a las bibliotecas de facultades. Este es un beneficio para los estudiantes actuales y también para las futuras generaciones de la UNA y de las otras universidades estatales, que tienen convenios para préstamo de libros entre sus alumnos. Estos proyectos y otras medidas permitieron ejecutar casi el 100% de los recursos del Deuna durante el periodo en mención.
Diferencias y acciones. Pese a la buena labor desarrollada, situaciones académicas y principalmente diferencias ideológicas y acciones de unas pocas personas, que rayaban en la politiquería barata (que tanto criticaban en el actuar del Estado y los poderes públicos), me obligaron a dimitir del cargo.
Hoy, casi 9 meses después, encuentro la respuesta a la reflexión que me hice tiempo atrás, al ver concluir la segunda etapa del proyecto “Ayudando a renovar nuestras bibliotecas”, que dejó unos ¢5 millones en libros actuales, de primera necesidad, al servicio de los universitarios presentes y futuros.
Es de gran orgullo encontrarme personas que agradecen los proyectos impulsados, que reconocen el esfuerzo, dedicación y esmero empeñados y que no tuvieron otra paga más que la satisfacción personal por una labor cumplida
Raúl Fonseca Hernández, Economista, UNA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario